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Mostrando entradas de 2018

Y miro...y sólo veo

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"Y miro, y sólo veo velocidad de vicio y de locura. Todo eléctrico: todo de momento. Nada serenidad, paz recogida. Eléctrica la luz, la voz, el viento, y eléctrica la vida. Todo electricidad: todo presteza eléctrica: la flor y la sonrisa, el orden, la belleza, la canción y la prisa" Miguel Hernández La verdad es que cuesta ver otra cosa, aunque existe una realidad calmada, tranquila, analógica aún, conectada con la naturaleza, que es lo que somos. Es difícil encontrar un tiempo para la calma y un lugar para la confianza en el ser humano, pero vamos a creer que existe. ¿Cómo no? Vamos a ponernos un propósito para este año que está aún desperezándose. Pero por favor, sencillo.

SOBRE LA CONCIENCIA

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A: “Tienes que ser más respetuoso, a veces no te das cuenta de que transmites agresividad en tu tono de voz, puede que tu intención no sea esa, pero consigues que la gente se asuste y se ponga a la defensiva” B: “¿Yo?, qué va!! Lo que pasa es que soy muy sincero y digo las cosas claras, sin hipocresías como hacen otros". ¿Alguna vez has escuchado una conversación como esta?, ¿o la has tenido? Tenemos una estupenda capacidad para protegernos y justificar nuestros comportamientos, para “echar balones fuera”, incluso para no ver lo que no queremos ver. Nos cuesta mucho tomar conciencia de lo que nos sucede, de lo que provocamos e incluso de lo que somos. Confundimos sinceridad con "sincericidio", nos atrincheramos tras lo que decimos que somos para justificar nuestro miedo a vernos como nos ven los otros.  Como decía Daniel Goleman en su libro “El Punto Ciego”, “Todo esquema selecciona implícitamente lo que advertimos y lo que no advertimos,

EL IMPACTO DE LA FORMACIÓN CUANDO "EL DÍA A DÍA NOS COME"

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Hace unos días, mientras ordenaba fotos, me encontré con algunas de mis primeros cursos, una jovencísima Montse Burgos ante un grupo de directivos de Nivea. Lo primero que me pasó por la cabeza fue "¿se acordarán de mí?, ¿recordarán algo de aquél curso?, ¿les sirvió de algo aquella formación? Foto Pixabay A veces vuelvo a encontrarme con algún participante de los cursos que imparto, y no puedo resistir la tentación de preguntar por lo que recuerdan de aquello, por lo que practicaron después, por la utilidad que sacaron del curso. Y casi siempre obtengo el mismo tipo de respuestas: "no recuerdo bien de qué era el curso, pero si me acuerdo de aquél ejercicio, o de ese comentario que me llegó al corazón". En muchos casos hablan de este o aquél compañero o compañera con quien compartieron reflexiones, y en los encuentros más afortunados hasta recuerdan haber puesto en práctica esta o aquella técnica. El recuerdo viene condicionado por una especie de "cli

MEJORAR MI PRODUCTIVIDAD SIN SUCUMBIR EN EL INTENTO

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Tengo un amigo que se siente muy productivo, se siente orgulloso de dedicar largas horas a su trabajo, incluso fuera de su horario laboral, llega el primero a la oficina, se va el último, se duerme por los rincones, ha ido dos veces al médico en un mes porque le ha subido la tensión de manera “inexplicable”, lleva siempre un maletín lleno de papeles, su agenda está tan cargada de cosas que no cabe un alfiler, va muy rápido a todas partes y no tiene un momento para pararse a charlar o pensar en si realmente es productivo. Hace poco le pregunté si le gustaría ser más productivo y me dijo que no podía dormir menos horas. Cuando le pedí que me describiera un día normal de trabajo me comenzó a narrar un amasijo de idas y venidas, llamadas fallidas, incendios, crisis, sustos, sobresaltos….”Ni un bombero tiene tanta emoción en su trabajo”, le dije. Aparentemente debía tratarse de un puesto de gran responsabilidad en la empresa, pero solo es un mando intermedio, su equipo de 6

CONFIANZA: EL RETO DE NO MIRAR ATRÁS

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Imágen: Eurídice y Orfeo, tomada de Pixabay Cuenta el mito griego de Orfeo y Eurídice, que cuando éste viajó al inframundo para convencer a Hades de que le devolviera la vida a su amada Eurídice, que había sido mordida mortalmente por una serpiente, Hades le puso una condición: Orfeo debía ascender hasta la vida, con Eurídice caminando detrás por una larga escalera, sin volver la mirada ni una sola vez. Orfeo, desconfiando de una amada que avanzaba demasiado despacio, miró atrás para ver si le seguía y Eurídice volvió a morir. El precio de la mirada atrás de Orfeo fue la vida de Eurídice. La falta de confianza la devolvió al inframundo. A menudo relacionamos el exceso de confianza con la temeridad y con el riesgo, recomendando prudencia y temor por lo que pueda suceder. Pero en una sociedad desconfiada de sí misma, pocas veces recomendamos confianza en los otros para evitar riesgos mayores. La mayoría de los profesionales, en sus caminos de aprendizaje sobre la