"Y miro, y sólo veo velocidad de vicio y de locura. Todo eléctrico: todo de momento. Nada serenidad, paz recogida. Eléctrica la luz, la voz, el viento, y eléctrica la vida. Todo electricidad: todo presteza eléctrica: la flor y la sonrisa, el orden, la belleza, la canción y la prisa" Miguel Hernández La verdad es que cuesta ver otra cosa, aunque existe una realidad calmada, tranquila, analógica aún, conectada con la naturaleza, que es lo que somos. Es difícil encontrar un tiempo para la calma y un lugar para la confianza en el ser humano, pero vamos a creer que existe. ¿Cómo no? Vamos a ponernos un propósito para este año que está aún desperezándose. Pero por favor, sencillo.
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Productividad personal: La habilidad de procrastinar
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La
procrastinación (del latín procastinare) consiste en ir aplazando algo que tenemos que hacer y vamos
demorando, dando patadas hacia delante, a veces de manera consciente y
meditada, otras veces como un irresistible tendencia a no afrontar algunas
tareas que, o no nos gustan, o nos gustan demasiado para acabarlas.
Se ha
hablado mucho últimamente acerca de esta tendencia natural que a todos y todas
nos afecta, se dan consejos para ir contra ella, luchar contra el aplazamiento de tareas premiándonos su finalización y acotando su ejecución.
En un principio,
la procrastinación es uno de los mayores enemigos de la productividad personal,
y así lo solemos contar los profesionales de la formación cuando entrenamos en
métodos para la buena gestión del tiempo. De modo que cada vez que tenemos conciencia de haber procrastinado, nos invade la culpa y hacemos propósito de enmienda.
Procrastinar nos hace menos productivos, o así nos lo hacen creer los modelos de mejora de la productividad. Pero...¿es tan malo procrastinar como nos cuentan?
Ya conocía el método, propuesto por David Allen (GTD – Getting Things Done) y lo cierto es que algunos de sus principios ya formaban parte de la forma de organizarme que venía aplicando desde hace años, tanto para mí misma, como para compartir en mis formaciones.
Me
sorprendió del método, eso si, la manera en que se desestima la planificación y
la priorización, yo soy incapaz de organizar mi tiempo si no fijo mi mirada en
mi plan y decido un ranking aproximado de prioridades.
Lo
cierto es que el método GTD aporta una visión fresca y dinámica del uso de
nuestro tiempo, con consejos como"no
confíes en tu memoria, saca lo que tengas que hacer de tu mente y escribelo en
una lista" y "no te dejes llevar por la urgencia, porque la urgencia es Sexi" Durante
la presentación del libro, una duda recurrente rondaba mi cabeza: ¿La urgencia es igualmente "sexi" para todos?, ¿cómo afectan nuestras preferencias a la gestión del tiempo?
¿Yo procrastino porque lo prefiero?
El
MBTI
es un inventario tipológico basado en la Teoría de los Tipos de Carl Gustav
Jung y creado por Katharine
Cook Briggse Isabel Briggs
Myers. Se trata
de una herramienta muy utilizada en la gestión del cambio por su visión del
potencial de cambio personal y organizacional. El MBTI no identifica el
carácter o los rasgos de una persona, variables resistentes al cambio,
identifica PREFERENCIAS personales, susceptibles de ser modificadas, en cuatro grandes dimensiones con dos polos
cada una de ellas, de modo que el diagnóstico MBTI identifica 16 tipos de personalidad en función de estas
preferencias.
Una de estas dimensiones se refiere a la forma en que llevamos el orden en nuestras vidas, se trata de la
dimensión J-P (Juicio –Percepción).
·La preferencia de algunas personas hacia el orden y la previsión (J) hace que
necesiten tener siempre un plan a la vista, una organización mínima les produce
tranquilidad, la urgencia y la necesidad de adaptación continua son sus peores
pesadillas. Estos, cuando procrastinan se sienten realmente culpables.
·La preferencia por la
flexibilidad (P) facilita un comportamiento de gusto por lo nuevo, un
dejarse llevar por los acontecimientos, alguien con preferencia Percepción
tiende a idear nuevas formas de hacer las cosas cada vez, se resiste a la
rutina y prefiere hacer planes generales para poder improvisar. A estos les encanta procrastinar, lo prefieren.
Estas dos preferencias configuran además, dos formas muy diferentes
de enfrentarse a una organización del tiempo con el método GTD.
Me imagino a una persona con preferencia J, ordenada y
buscadora de lo previsible, ante un método que le impide reverenciar a la
priorización. Esta preferencia hace que alguna de las etapas del método GTD (la
etapa de HACER) sea compleja y tenga que incorporarse alguna herramienta como
la matriz
de Eisenhower.
Por otro lado, las personas con preferencia P pueden estar
encantadas con algunas de las afirmaciones del método GTD, pero es seguro que
les costará muchísimo hacerse con toda la nomenclatura y las rigurosas acciones
que hay que llevar a la práctica, un día harán la lista, al siguiente se dejarán
llevar por su deseo de procrastinar.
Esta semana he leído un interesante artículo sobre la
seducción de la Procrastrinación de
Enrique Sacanell en su blog La
danza del cambio: ¿Trabajas o procastinas?, recomiendo su lectura,
especialmente para aquellas personas que no pueden resistirse a postponer y a
las que le cuesta saltar de la cama al primer toque de despertador.
En este artículo, Enrique Sacanell hace referencia al libro “La procrastinación eficiente” de John Perry, premio Novel de literatura en 2011, que se reconoce a si mismo como un gran procrastinador, que le sabe sacar partido a este terrible vicio, hasta el punto de reconocer que escribe libros para evitar hacer las cosas importantes que debería hacer.
Estoy de acuerdo en que determinados defectos pueden ser algo más que virtudes, se trata de preferencias que llegan a configurar una verdadera habilidad.La habilidad de procrastinar y salir airosa que tienen algunas personas, logrando ser realmente productivas, no se sabe si en los objetivos que tenían marcados o en otros que se les ocurrieron sobre la marcha.
Así que...aprendamos a procrastinar de manera eficiente, seguro que algunos y algunas ya están deseando practicarlo.
El gasto en ropa ha crecido un 21% desde 2009 . Esto nos contaba Jordi Évole en el último programa de Salvados de este pasado domingo 21 de febrero para hablar de el fenómeno del hiperconsumo y la hiperproducción. Una parte del planeta se encuentra sumido en el consumo compulsivo mientras otra parte se mata para satisfacer esa voracidad. Este inmenso desequilibrio genera una bestial explotación en la parte productora (países como China, Vietnam…) y la sospecha de una enfermedad en la parte compradora. ¿De dónde procede esa insaciable necesidad de comprar y comprar y comprar…? Está claro que esto no es sostenible, ni justo...ni sano. Me gustaría tener respuestas y soluciones para esta enfermedad que nos ha traído la globalización, para este mal reparto de la fuerza de trabajo, para este nuevo modelo de esclavitud. Creo que hacen falta grandes soluciones, regulaciones a nivel internacional para salvaguardar los derechos humanos, pero realmente las grandes soluciones siempre se hacen e
Siempre me han gustado los acrónimos , usar las palabras como aliadas para el recuerdo , condensar en unas siglas con significado propio una receta, un procedimiento o una mejor forma de hacer las cosas. A lo largo de mi trayectoria profesional he utilizado protocolos con forma de acrónimos y también los he creado. Desde el equipo ÓPTIMO, que esconde en sus letras las características del mejor de los equipos (Objetivo – Planes – Tiempo – Información- Motivación- Orgullo), hasta el modelo SARA , que es el que hoy quiero compartir en este espacio. En cada uno de los cursos que he impartido en los a lo largo de más de 25 años, he encontrado siempre a alguien que me pedía “recetas”, “fórmulas mágicas”, “soluciones inmediatas” para los problemas de comunicación, autoridad, gestión de equipos… Es tan complejo formar en habilidades, no hay trucos válidos para todas las situaciones. El comportamiento humano no responde a cálculos matemáticos (por mucho que se empeñen los creador
Año deseado este 2021, más por escapar del 2020 que por lo que este nuevo año nos pueda traer. Cada transición al nuevo año surge en nosotros la ilusión de ser capaces de crear una nueva realidad, de dirigir nuestra vida hacia un nuevo rumbo y lo hacemos ejercitando el popular momento propósito” (para el próximo año me propongo ir al gimnasio, dedicarme más tiempo, trabajar menos…) Tras un 2020 que trastocó todos nuestros planes es posible que muy pocos hayan sucumbido de nuevo al "momento propósito" y hayan optado por el “momento deseo” (por favor que el 2021 sea mejor que el 2020!!!) Ahora que ya llevamos unos pasitos en este año recién estrenado, ¿qué propósito nos sería útil y llevadero y sobre todo viable? Es difícil hacer planes de ir a tal o cual sitio pues no sabemos cuánto de autonomía tendrán nuestros cuerpos hasta que llegue la “inmunidad de rebaño”. Si además tenemos en cuenta que el teletrabajo ha llegado para quedarse, más nos vale estar preparados
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