"A veces la vida te da con un ladrillo en la cabeza", esta conocida frase de Steve Jobs, que hizo famosa en su discurso de la universidad Stanford, nos habla de la Resiliencia, la capacidad de superar el dolor del ladrillazo y de extraer incluso algo bueno de la posterior conmoción.
A veces el ladrillo es una simple china que salta a nuestro paso, otras veces es un adoquín que cae justo en la base de nuestro cráneo, pero realmente lo importante más que el peso del artefacto, es la percepción que tenemos del evento, e incluso la forma en que lo esperamos.
Algunas personas se pasan la vida esperando el ladrillazo, y de tanto anticiparse andan doloridas. Otras tantas hacen como si el ladrillazo no fuera para ellas, miran para otro lado mientras se les infecta la herida. Algunas otras, se revuelven contra el ladrillo y al ofrecer más resistencia, salen doblemente doloridas.
Los ladrillazos suceden, llegan, a veces esperados y otras no. Duelen siempre, dejan herida y necesitan de su cura y su cicatrización.
Lo importante es lo que hacemos tras el ladrillazo, qué decisiones tomamos y por qué, cómo orientamos nuestros pasos tambaleantes. ¿Nos andamos protegiendo de futuros impactos?, ¿Nos quedamos paralizados y dejamos de movernos para evitar otros accidentes similares?,¿ nos arriesgamos a salir al campo de batalla sin casco?
La naturaleza humana tiene un amplio abanico de posibilidades tras un acontecimiento traumático, o simplemente difícil.
La rehabilitación tras un acontecimiento difícil va de la mano de la búsqueda de posibilidades, quedarse atascado en el dolor, en queja, en la escusa, es a veces más fácil y siempre más arriesgado.
"¡Ojalá no hubiera llorado tanto! - se lamentaba ahora la niña, braceando en el mar de sus propias lágrimas y tratando de salir de él- "
Lewis Carrol
Alicia en el país de las maravillas
Comentarios
Publicar un comentario